Blanca Lema es poeta, psicopedagoga y bailarina, también escribe ensayos y es autora de las novelas "Taper Ware" y "Contradanza" . Trabaja como asesora en innovación creativa y guionista de cine.
A Priscila
Wabi sabi
Ella imagina ser abrazada por distintos hombres…
distintos pájaros.
Busca sus especias.
Quiere regresar al momento en que no tenía padres.
Ser la flecha.
La velocidad de lo que ocurre
Ella ya no le produce curiosidad a los corderos.
Saca las fotos que debería haber sacado el cielo.
Lo reemplaza un segundo.
Un segundo suplente donde algo,
no sabemos que,
queda fuera de cuadro
Se hace entonces un sombrero enorme de juncos
y sale a la calle con él…
exuberante de bifurcaciones amarillas.
Yo quiero hacer eso.
Quiero saltar cuando los tigres me acorralen
aunque abajo haya también tigres esperándome.
Quiero imaginar el sabor de la frutilla
que haya logrado ver crecer en el filo de la montaña
cuando me esté cayendo.
Sólo un fractal con crema.
Nada para corregir. Nada para esperar.
Reencuadre
Creo que se están llevando las cosas a otra parte.
Todas las cosas.
Empiezo a sentir la soledad
como una ropa interior que no desea ser mostrada.
¿Dónde está mi cuerpo en mi cuerpo?
La distancia es cada vez más grande.
Llevo la imagen temblorosa
de mi cara en el fondo de la taza de té.
Busco regresar al momento
en que no tenía padres.
El punto fosforoso que deshace
la velocidad de lo que ocurre.
¿Me ves? ¿Estoy en foco?
Quedo pupila en este cuarto
lleno de preguntas.
¡Zoom!
¡Back!
El alivio. La distancia.
Te amaré mil años
Ahí estaba…
La flor cansada de hospedarme.
La flor arqueada por las miradas
que posé sin piedad
dejando las pesadas imágenes
de un desconcertante esbozo de maltrato.
¿Qué podré hacer por ella?
¿Yo, que he abusado de su belleza
de la misma manera que abusé
de mi propia transparencia?
¡Ruedan estrellas por encima del amanecer!
Ruedan veloces, asustadas…
como un estado del pensamiento
que teme ser descubierto.
¿Cuándo, en qué momento?
¡Bésame!
No me dejes sola en esta habitación blanca
donde las flores aprenden a castigar
nuestra arrogante inocencia.
Te amaré mil años.
Pero en la luz,
sólo en la luz…
¿Recuerdas?
Si no fuera por el rictus de las flores,
no existiría el tiempo.
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