1º - Fase menstrual
Esta fase comienza con el primer día del período, dura entre dos y siete días. Es la etapa de sangrado (sangre, desechos y fluidos). El útero realiza contracciones para liberar tejido endometrial. Los dolores menstruales aparecen con mayor o menor intensidad. Las hormonas sexuales están bajas y la energía corporal se concentra en la zona del abdomen, a disposición de nuestro mundo interior. Mientras el útero se desprende de lo que no necesita, los ovarios preparan nuevos folículos para la próxima ovulación. Es un proceso mental y anímico en el que cerramos un ciclo para abrir otro.
Es un momento de lentitud e introversión. Me hincho, me crecen las tetas, retengo líquidos, siento electricidad en los ovarios, no quiero hablar con gente. Si no sigo mi ritmo lento me irrito, frustro o enojo fácilmente. Necesito descansar y conectarme íntimamente conmigo misma, con mi calma y el silencio para renovar mi conexión espiritual. Estoy más sensitiva, me escucho, uso ropa que no me apriete y a veces me apoyo en la panza una bolsa de agua caliente que disminuye las molestias, descanso, duermo mucho. - Otros modos naturales de disminuir los dolores menstruales es tener orgasmos y variar nuestra postura a menudo (no estar mucho tiempo sentada, o acostada. Estirarse, moverse un poco y encontrar una nueva posición).-
2º - Fase pre-ovulatoria
En los ovarios los folículos maduran y producen estrógenos que generan una redistribución de la energía y la aparición de una sensación de fuerza y potencia. El estrógeno hace que el endometrio (capa interna del útero) se engrose para albergar un posible óvulo fecundado (no en mi caso ni en mi casa).
Mi cuerpo se relaja, me desinflamo, libero líquidos, se me achican las tetas, el flujo se vuelve transparente. En esta etapa estoy más activa, mas practica, siento más confianza en mi, mi mente está más ágil y yo un poco más sociable.
3º - Fase ovulatoria
El estrógeno hace un pico intenso y breve que conduce a la liberación del óvulo maduro. El óvulo viaja por la trompa de falopio hacia el útero. Ocurre catorce días antes (+/- 2) de la próxima menstruación y dura entre tres y cuatro días. Después de la ovulación, el folículo (que queda en el ovario) produce menor cantidad de estrógeno y empieza el aumento de la progesterona. El flujo vaginal se vuelve blanco y espeso a medida que el endometrio se engrosa, el cuello del útero se humecta, abre y secreta moco cervical para proteger y ayudar a los espermatozoides a ir hacia la trompa. La progesterona retiene líquidos en zonas estratégicas por lo que nuestro cuerpo adopta una forma física que biológicamente es más "atractiva" para un compañerx sexual. La mente está más clara y enérgica. Puedo concentrarme y construir activamente en esta etapa creadora. También aumenta la energía sexual. La fertilidad se pone de manifiesto y las energías maternales afloran, estamos más cariñosas y nos ocupamos mejor de los demás, se supone.
4º - Fase pre-menstrual
El tejido endometrial deja de recibir estimulación y nutrientes y es expulsado en la menstruación. Y todo vuelve a comenzar si no se produce la fecundación del óvulo. Comienza el proceso de declinación en nuestro espacio interno: la liberación de aquello que cumplió un ciclo está por ocurrir. No hubo fecundación por lo que el óvulo maduro muere en la trompa de falopio y el cuerpo lúteo se desintegra.
La locura pre-menstrual aparece: Me salen granos, estoy sensible, me emociono, me enojo, me pongo un poco apática, lloro, me duelen las tetas, me tiro pedos, muchos, hago caca mucho más también, no tengo ganas de hacer nada, no me concentro, me pongo ansiosa, me tenso y siento desesperanza. Siento mi vientre lleno y apretado, me hincho, me lentifico. Tengo más hambre y menos tolerancia. Nada que no desaparezca con mi próximo sangrado.
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Hace años no uso tampones por eso la copa menstrual me hace dudar. La voy a probar pero tengo el prejuicio de que luego de un tiempo de habermela colocado me va a presionar desde adentro y ya no me copa la copa. Mientras intento vencer mis prejuicios desde hace seis meses -masomenos- estoy usando toallitas ecológicas - cuido al mundo, a mi cuerpo y a mi economía -. Se las compré a Bere en Córdoba pero también se consiguen en capital, Luna Roja es su marca y la recomiendo fervientemente. Son de tela, se lavan y reutilizan, son cómodas, no irritan los genitales ni producen desechos contaminantes.
El sistema es muy simple, la toallita se abrocha a la bombacha. Depende de la cantidad de flujo de cada unx el tiempo que la usemos antes de cambiarla. Al tacto es mucho más amable que el blanco perfumado que nos vende "siempre libre" mientras nos esclavizan el útero y la cabeza. Al cambiarla primero se la sumerge en agua fría por lo menos por tres horas, luego se lava con jabón blanco, se enjuaga y se deja secar.
Pensé que el procedimiento iba a cansarme la segunda vez que tuviera que lavar la toallita como en el 1800, pero no. Es un tiempo que lo uso para mi, tampoco es tanto y ya se volvió un hábito, como antes era ir a la góndola de algún supermercado o farmacia y comprar productos que, en tiempos de Monsanto, no sé bien con qué los elaboran y sin dudar los apoyaba en mi vagina. Productos que en su camino comercial y publicitario intentan combatir los olores, suavizar los colores (¡como si nuestra sangre menstrual fuera celeste y poco densa!), esconder con palabras vacías "esos días" en los que sangramos por la vagina. Reitero sangramos por la vagina. En fin, que miedo-que asco-que desagradable les resulta hablar de menstruar a las grandes empresas, a los medios, en la escuela, a la gran mayoría, que fácil les resulta minimizar el tema y desprenderlo de nuestras emociones (como si lo único posible fuera la histeria y el mal humor de un mito mal contado).
El agua con mi sangre menstrual (rica en nutrientes) la riego en las plantas que crecen fuertes y frondosas. Mi sangre vuelve a la tierra como alimento y no como residuo. Mi pequeño ritual adquirido consta de cerrar los ojos y pedirle al universo que me ayude a poder soltar todo aquello que ya no necesito y aceptar sin miedos los cambios, las transformaciones y destrucciones necesarias por las que transito para regenerarme cada vez más liviana. Cada vez que menstrúo es como una pequeña muerte que me fortalece, revivo de mis propias cenizas, de mi propia sangre.
Desde el último verano en Córdoba soy más consciente de mi naturaleza cíclica. Vivo mi menstruación más amablemente.
Soy cíclica. Mis estados emocionales se aplacan y alborotan al ritmo de mis hormonas.
Soy cíclica y a diferencia de cómo pensaba años atrás (cuando derrochaba juventud) creo que los círculos no nos encierran.
Transforman,
renuevan,
desechan
nos conciben a nosotrxs mismxs.
Lo cíclico es movimiento constante,
es vida,
crecimiento - destrucción,
raíz, semilla,
principio,
fin,
origen.
Mi sistema vuelve siempre a una configuración anterior pero nunca soy la misma.
Abbey
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