lunes, 9 de octubre de 2017

Jhoana Patiño // Vientre de resistencia / No era yo el problema

"Estimadas señoras, no nos hemos visto y tal vez nunca nos veremos, pero aun así en las palabras que circulan libres podemos reconocernos. Somos más que carne, más que llanto y miedo. Somos más que limites y pesares. Somos más que la palabra mujeres, más que todo lo que hemos penado, somos más que los hijos, los esposos y el gobierno. Somos seres diferentes, cada una es un universo, cada una es una esperanza, un nuevo comenzar, un sueño. Somos todo lo que queramos ser, todo lo que luchemos, todo lo que construyamos. Somos libres, acá, allá, en el infierno y en el cielo.  No tengo mucho para compartir, sin embargo, desde mi casa hoy les regalo estos versos.
Un abrazo de mariposa" 
Jhoana Patiño





Vientre de resistencia 

Yo no soy un vientre, soy un ser,
yo no soy un hijo, soy una mujer,
yo no soy un cuerpo que se toma, soy poder que se cuestiona,
yo no soy un rol, soy relación para la creación,
yo no soy una madre prometida, soy una posibilidad expandida,
yo no soy sólo palabras, soy silencio y miedo,
yo no soy solo razón, soy deseo y decisión
yo no soy sólo cuerpo, soy polvo de estrellas y arenas del desierto,
yo no soy sólo un vientre, soy poesía y canción,
yo no soy un rol, soy movimiento y quietud,
soy sueños y tormentas,
yo no soy un vientre prometido,
soy lo que quiero ser, soy lo que puedo ser,
soy lo que debo ser, pero no soy lo que tengo que ser,
yo soy mujer y me resisto a parir, sólo a parir,
quiero amar la vida, no sólo la vida de unos hijos,
soy mujer y doy vida con mi vida,
soy mujer y decido,
soy mujer y digo,
soy mujer y no crío.
Soy mujer aunque no tenga un hijo.
Yo no soy un vientre, soy vida.




No era yo el problema 

El problema no era el golpe,
ni el insulto,
tampoco el dolor
o la sangre en el piso.

El problema no era la cicatriz en el cuerpo
ni la culpa que sentía,
mucho menos la vergüenza.

El problema no era mi cuerpo
no eran,
ni mis ojos,
ni mi color.

El problema era mi condición
ser mujer, ese era el problema.

No era por como vestía,
Ni por lo que decía.
Era porque así tenia que ser,
porque siempre había sido de esa manera,
porque la abuela le dijo a mi madre que el hombre era Dios
y eso me enseñó ella.

El problema era el mundo,
con sus códigos machistas,
desiguales y violentos,
con sus lenguajes sexistas
y sus morales dobles.

El problema no era mio,
era de todos,
de los que sabían y no hacían nada,
de los que se tapaban lo oídos y desviaban la mirada,
de los que justificaban al hijo,
de los que celebraban la paliza.

El problema no era yo
y tampoco era nuevo,
era falta de memoria,
injusticia,
abandono.

El problema era una historia contada por hombres
y padecida por mujeres;
eran niñas vestidas de rosa para que fueran más puras
y niños pintados de azul para que fueran más rudos,
el problema no era el golpe en la cara,
era el permiso de todos,
el creer que era natural,
el sentir que era bueno,
el tolerar por miedo.

El problema no era el puño
era la herida en el alma
y el silencio.

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